domingo, 11 de julio de 2010

La Miseria





Tus ojos melancólicos, donde en el borde del mismo, está una gotita brillante , una gota pequeña y cristalina, apenas brilla por un rayito de sol, menesteroso sale para ti.

La gotita se aferra, se dobla en resistencia, estando a punto de ser despedida en un viaje largo, del adiós, de la despedida, del olvido; para al fin caer y hacerse pedazos en el suelo, así como tu alma, como muchos lo querían y ni siquiera sabían que existías.

Así estabas, como una planta en medio de una estepa silenciosa y austera. Así decía el árbol viejo y más cercano: "A estos tallos nadie los quiere, nadie los quiere aunque sean bonitos, porque tienen espinas que brillan tanto, como su destello de hermosura, pero para su desgracia, provoca que se alejen de ellos."


Eres de esas plantas que naciste para estar solitaria, a veces, cuando una flor se atreve a estar junto a ti, te doblas esforzando todo tu ser, aunque sea para apenas rozarle, pero cuando ya estás muy cerca, cuando estás percibiendo su belleza y ella a ti; alguien dirige el rayito de luz, hacia ti, para que tus espinas brillen y así; el viento, u otra planta que se acerca se la lleva, se va de ti, se va en dolor de miedo, de miedo a tu espinas, que son la miseria, que no sabes porque salieron, pero siempre ha sido así.

Entonces estas sola otra vez en la estepa, en la austeridad de la llanura, donde solamente en la fría mañana se acerca una gotita de rocío, para más tarde caer despedazada en el suelo, otra vez.